El empaque secundario cumple un rol fundamental en la cadena de valor de la carne, ya que es la última etapa antes de que el producto llegue al cliente. Más allá de su aparente simplicidad, este proceso requiere de controles rigurosos para garantizar no solo una presentación adecuada, sino también la integridad, trazabilidad e inocuidad del producto final. La selección del envase, la verificación del etiquetado y el cumplimiento de las especificaciones comerciales son claves para asegurar la satisfacción del cliente y el cumplimiento normativo, especialmente en contextos de exportación.
En esta nota, docentes del curso Desposte: Estandarización y optimización profundizan en las buenas prácticas para el armado del empaque secundario.
PROCESO DE EMPAQUE SECUNDARIO
El proceso de empaque secundario comienza con el ingreso al sector de los cortes envasados y etiquetados para ser colocados en envases secundarios que por lo general son cajas de cartón corrugado, pero también pueden ser bolsas plásticas y cajones plásticos reutilizables.
Antes de ser colocados en el empaque secundario el personal del sector debe estar capacitado para hacer un control “corte por corte” donde se revisen: Integridad del envase, presencia de aire o burbujas dentro del envase (cuando son envasados al vacío), higiene del corte, higiene del envase y el etiquetado (información correcta y legibilidad).
Si bien, en primera instancia, es un proceso simple debemos considerar que es fundamental debido a que es la imagen de lo que van a recibir los clientes, por lo que es muy importante la presentación de los cortes dentro del envase secundario.
Para poder resolver esta situación se recomienda que se establezcan especificaciones de producto que deben contener la siguiente información:
- Nombre del corte o producto.
- Tipo de envase primario.
- Tipo de envase secundario.
- Destino y/o cliente.
- Información obligatoria en las etiquetas del envase primario y secundario.
- Información adicional o específica del cliente o destino.
- Presentación (por corte o a granel)
- Cantidad de cortes por caja.
- Peso mínimo y máximo por caja.
- Información sobre trazabilidad.
- Fotos de la presentación final del producto.
- Consideraciones especiales de cada producto: como por ejemplo datos de identificación o el uso de fajas de seguridad que pueden ser numeradas.
Una vez colocados todos los cortes en el envase secundario, este se cierra (el cierre depende del tipo de envase) y se identifica. La identificación del producto en el empaque secundario puede ser preimpresa en el envase o con etiquetas adicionales o una combinación de ambas. La información obligatoria de esta identificación es variable y depende del destino de los productos, pero por lo menos se deben especificar:

- Marca.
- Datos del elaborador (razón social, domicilio, contacto telefónico).
- Número de establecimiento oficial y número de aprobación del envase secundario (si es una planta habilitada para tráfico federal por SENASA).
- Descripción genérica del producto (por ejemplo: carne vacuna enfriada o congelada, con o sin hueso, corte del cuarto trasero o delantero).
- Nombre del producto.
- Temperaturas de conservación.
- Fecha de vencimiento y Fecha de elaboración (no es obligatorio, pero en algunos establecimientos se utiliza como dato para la trazabilidad).
- Lote (unidad de producción con características similares que se utiliza para el seguimiento y trazabilidad del producto, para algunos destinos de exportación se utiliza como unidad de lote a la tropa de origen de los animales).
- Peso Neto, Peso Bruto y Tara de los envases.
- Información adicional que puede ser obligatoria para algunos destinos de exportación, por ejemplo, pueden ser: Clasificación del corte según la edad del animal de origen, Símbolos o sellos de inspecciones oficiales o privados, sellos de certificaciones de calidad, etc. Origen del producto.
Contar con un proceso de empaque secundario estandarizado, claro y validado no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también es una garantía para los clientes y mercados más exigentes. La incorporación de tecnologías y la capacitación continua del personal refuerzan el compromiso con la calidad, la trazabilidad y la inocuidad en cada etapa del proceso. Optimizar esta fase no es solo una cuestión de presentación: es una decisión estratégica que impacta directamente en la competitividad del producto en el mercado local e internacional.
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