El mundo socioeconómico se encuentra atravesando constantemente cambios de todo orden. En consecuencia, los sujetos que intervienen en él, transitan por entornos complejos que demandan fuertemente idoneidad profesional y clara comprensión de las conductas humanas.
Las empresas e industrias necesitan líderes tanto con habilidades intrapersonales (autoconocimiento y autogestión) como habilidades interpersonales (conciencia social y gestión de relaciones) que exhiban altos estándares de integridad y guíen a partir de principios y valores que favorezcan el desarrollo de competencias en los equipos que intervienen.
El líder auténtico es una persona que se mueve en función de su realización personal, según sus talentos y vocación, puesta al servicio de obtener los logros que lo movilizan.
En esta nota, el Dr. En Ciencia Política Eduardo Dalmasso, docente de la Diplomatura en Liderazgo Estratégico en la Agroindustria nos cuenta qué significa el liderazgo auténtico.
En todos mis escritos sobre la educación del líder, he hecho énfasis en la complejidad del mundo y de la propia condición humana; un énfasis que deviene del convencimiento de que, sin una fortaleza interior y un claro sentido de misión, el camino se pierde e incluso se traiciona. Por eso creo, que sólo encontrando el camino de la alegría de vivir: la asunción del autoliderazgo y el consecuente liderazgo se hace posible:
“La falta de certeza puede ser un motivo de alegría y no de angustia, el tema para que esto suceda es asumirla como propia del estado de naturaleza y como un desafío para nuestra creatividad”.(Barylko, Jaime; 1995).
El líder auténtico es una persona que se mueve en función de su realización personal, según sus talentos y vocación, puesta al servicio de obtener los logros que lo movilizan. Disfruta en ese camino de creación, aunque los naturales procesos de duda e incluso angustia estarán presentes. La actitud que le corresponde es el de un escucha activo, dado que se niega a la soberbia, su práctica es la enseñanza aprendizaje como actitud existencial ya que él tomará el rol de “buen maestro” (Dalmasso 2012), no sólo en relación a los que están en el camino de su influencia sino respecto a sus diálogos consigo mismo.
Sabe que es humano y de ello la necesaria autocompasión y su empatía, ante los renuncios a sus principios. Esto lo lleva, cuantas veces sea necesario, a rescatar como consecuencia de sus procesos de reflexión, la coherencia que hace de él un guía; vale decir: su alineamiento entre lo que piensa, expresa y hace como forma de vida. Aprende, sin duda, a aceptar derrotas o retrocesos que el sinuoso camino de la vida impone, pero nunca a renunciar a su visión.
Por eso hablo de la fortaleza del líder, de su capacidad de reinventarse y de darse los tiempos que su relación con el mundo necesita. El líder asume su visión, se hace cargo de lo que significa, nadie lo obliga, él se siente llamado a cumplir su rol, que como sabemos se manifiesta en distintos espacios; (en un equipo, en un aula, en su propio trabajo, en la acción política, como científico, docente, músico, etc.).
Ese líder al que nos referimos, no desprecia el éxito que se corresponde con su propia búsqueda de logros, pero no lo mueve el aplauso, sí cumplir con el mismo hecho que identifica en su misión, ya que en ese proceso sus energías y la alegría de vivir, -aunque no sin tribulaciones-, se multiplican. Me refiero a las misiones según el campo que se trate: un coach deportivo, un médico, una madre, un político, un trabajador, un escritor, un empresario.
Estos personajes, cualquiera sea su condición, perciben en su crecimiento que la búsqueda del éxito a cualquier costo, no sólo lo transforma en un esclavo, sino que lo lleva a la traición y a la propia alienación. De forma intuitiva o reflexiva, toman nota que los momentos de peor debilidad es cuando se someten al ego. En ese orden coincidimos con Abraham Maslow en que cuando toda la energía está ligada a un fin trascendente a su propia persona, la alegría de vivir se multiplica, de ello mi insistencia en asimilar un buen líder a un ¡buen maestro!
¿De qué depende la Fuerza del líder?
Esta pregunta no es ociosa, porque la decisión de autoliderarse y/o liderar implica siempre esfuerzos y decisiones de optar, lo que puede significar distintos niveles de sacrificio. El hecho de que el líder la asuma con alegría, no excluye la fuerza de voluntad y el alimento de su vocación para sostener una práctica, de las que otros se excluyen. Sintetizo las principales a partir de la convergencia de Carlos Matus y Carl Jung en las características:
- La personalidad: dentro de la variedad de tendencias innatas, se encuentran en las personas algunas particularmente destacables. Por ejemplo: Las tendencias agresivas y sexuales, que integradas con otras tendencias básicas (conservación, comunicación, estimación, etc.), son campos formidables de energías puestas al servicio de la vida. Pero, desordenadas o desorganizadas, ese tipo de predisposiciones, generan situaciones conflictivas dentro del individuo y en su relación con los demás.
- La pasión: la capacidad o inteligencia de las personas para desarrollar sus acciones no son suficientes para llegar a un objetivo, menos cuando estamos ante escenarios complejos. No hay una relación simple o lineal. Sortear los obstáculos de cualquier juego en el camino de la vida, sea de carácter empresarial, político, profesional o simplemente de la superación de problemas serios, dependerá de la voluntad y vehemencia que se ejerza para dar la dirección adecuada y no cejar cualquiera sea la circunstancia. Surge lo siguiente: ¿Cuánta de su capacidad necesita usar para lograr sus objetivos? ¿Cuánta pasión pondrá en el desarrollo de las acciones para sortear los obstáculos? Capacidad y pasión son dos fuerzas convergentes para lograr lo que una persona se propone.
- La experticia: hace a la destreza adquirida con el paso del tiempo, en el entrenamiento que nos suministran las adversidades de la vida cotidiana. Es la experiencia obtenida, asimilada. Es la habilidad desarrollada que se trasunta no sólo en el saber hacer, sino también en la capacidad de encontrar respuestas adecuadas a una variedad de comportamientos.
- Dominio científico – tecnológico: cualquiera sea el juego, en la medida que hay otros jugadores dentro de campos de cierta complejidad y los objetivos sean disputados, para poder superar los obstáculos que se presenten, se requiere estar en mejores condiciones que los adversarios. Pero aún en campos donde el principal adversario es uno mismo y la ocupación de un espacio depende sólo del propio talento, es preciso considerar que la capacidad científica – tecnológica y la imaginación creadora, aparecen como un recurso esencial para la innovación y el desarrollo de cursos de acción.
- Control y posesión de recursos: es claro que el grado de riesgo y la perseverancia que requieran el o los objetivos propuestos harán indispensable un nivel de recursos tangibles e intangibles. Sostener un proceso en el tiempo dependerá, en buena parte, de que se cuente con ese tipo de herramientas.
En síntesis
El líder surge como consecuencia de su capacidad de convencer. A partir de que el tipo y la calidad de las acciones que se concreten responderán a su grado de influencia, en gran parte, como reflejo de una visión que sus seguidores harán suya. En ese entronque, entre visión, persuasión y condiciones de liderazgo, se inicia el camino de realizaciones que manifiestan el poder que ejerce el líder.
Las condiciones de liderazgo se manifiestan en el ejercicio del poder. Dependerá del uso de los recursos con que cuenta, del conocimiento de campo, de la fuerza, disposición de ánimo y de los valores que su consciencia y conducta enuncien. Todos factores que no se podrían definir mediante una fórmula, sino que, en cada líder, se manifestarán con especificidad propia. Cada persona actuará desde el ejercicio de sus modelos mentales, actitudes y patrimonios para superar las contingencias o los diferentes estados de naturaleza.
Para graficar las dificultades de este proceso de educación de líderes auténticos, es decir, el logro del equilibrio entre la mente, el cuerpo y el espíritu, recurrimos a Jorge Luis Borges, quien desde su poética nos describe el estado de confusión que es posible estemos viviendo:
“Una vez fue conducido Teseo por el hilo de Ariadne hacia su laberíntico objetivo. Pero hoy el hilo se ha perdido; y el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto secreto, un secreto cosmos o un caos azaroso. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llama filosofía, o en la mera y sencilla felicidad”. .(Borges, Jorge Luis; 1985)
Eduardo Dalmasso
Dr. En Ciencia Política
Es Doctor en Ciencia Política (UNC-CEA), se ha graduado en Ciencias Administrativas en la Universidad de Chile y de Contador Público (UCC). Ha desarrollado una vasta experiencia como gerente o CEO de empresas bancarias, de seguros, constructoras. Como consultor ha actuado en empresas electromecánicas, de Venta masiva, Distribuidora de pinturas además de haber sido responsable de seminarios de capacitación en importantes empresas tales WW, Arcor, Cámaras de Industriales metalúrgicas.
Ha sido presidente de la Sociedad latinoamericana de Estrategia (SLADE) y cofundador de SLADE Argentina. Presidente del Congreso argentino de Estrategia en 2004 y del Congreso Internacional en el 2009. Fundador de la primera cátedra de liderazgo y Estrategia dentro del Universo de Universidades Públicas. Profesor de posgrado en seminarios de liderazgo y de análisis estratégico. Profesor invitado en diversos países de Latinoamérica, EEUU y autor de 8 libros y más de 130 artículos. Dentro del campo del seminario: Liderarse para Liderar (Argentina) y Líderes de nuestro destino (Colombia) son sus escritos de referencia. Edita el Blog: Miradas Políticas y otros enfoques.